sábado, 20 de junio de 2020

Limonov, de Emmanuel Carrère

"Ciega de rabia, se dijo y le dijo al bebé que era un camelo todo lo que quisieran contarle sobre la ayuda mutua, la solidaridad, la fraternidad. «La verdad, no lo olvides nunca, mi pequeño Édichka, es que los hombres son unos cobardes, unos canallas, y que te matarán si no estás preparado para golpear primero.»"

"...no habla con nadie durante semanas enteras. Aunque haya dado el número a algunos seres humanos a los que todavía considera cercanos —Shmákov, Lionia Kossogor, Jenny—, nunca suena el teléfono. Nadie piensa en él, nadie se acuerda de su existencia."

"...un multimillonario americano y un poeta oficial soviético forman parte de la misma clase, la de los amos, a la que nunca pertenecerá él..."

"—¿Quieres decir que allá el Estado cuida tanto su dinero que os hace pagar el gas? —No da crédito a esto, pero añade, soñadora—: Fíjate, parece que Gorbachov y sus lameculos quieren hacer lo mismo aquí…"

"La revolución que había derribado a Ceauşescu reivindicaba a miles de mártires aplastados por una última sacudida del régimen en disolución. Fueron especialmente emotivos los osarios descubiertos en Timişoara. La cifra generalmente barajada era de cuatro mil muertos. Libération precisaba: cuatro mil seiscientos treinta. Setenta mil, sobrepujaba valientemente TF1. A la hora del pavo y del foie gras, los telediarios mostraban, emergiendo de fosas excavadas a toda prisa, cadáveres esqueléticos, terrosos, con pijamas de rayas. Europa temblaba. Se hablaba de enviar a unas brigadas internacionales para detener el genocidio que proseguían los asesinos acosados de la Securitate, la policía política de Ceauşescu. Ahora bien, se supo, en primer lugar, que los cadáveres, a lo sumo unas decenas, habían sido exhumados por las cámaras en el cementerio de Timişoara, donde reposaban después de haber fallecido de muerte natural, y en segundo lugar que los asesinos de la Securitate, lejos de proceder a un genocidio suicida, mucho más juiciosamente se habían reconvertido en cuadros del Frente de Salvación Nacional, el partido del nuevo presidente, Ion Iliescu. Prohibido, culpado de todos los crímenes, el Partido Comunista se había contentado con cambiar de nombre y de dirigente, pero seguía prosperando, y las elecciones de marzo de 1990, que le dieron una amplia mayoría, justificaron la expresión cruel que describía a los rumanos como el único pueblo de la historia que había elegido libremente a los comunistas."

"...al cabo de cinco breves años de experiencia democrática, todos los sondeos coinciden y hay que rendirse a esta perturbadora evidencia: la gente está tan harta de la democracia, del mercado y de la injusticia consiguiente que se dispone a votar en masa al partido comunista."

"...el oficial anodino y obsequioso (Putin) va a revelarse como una implacable máquina de guerra y a deshacerse uno tras otro de los que le han encumbrado. Tres años después de la entrevista de Biarritz, Berezovski y Gusinski se verán obligados a exiliarse. Jodorkovski, el único que se había enmendado, tratando de moralizar la gestión de su imperio petrolero, será detenido y, tras un juicio escandaloso, enviado como en los buenos tiempos a Siberia, donde aún se pudre, en el momento en que escribo. Los demás están avisados, han comprendido quién es el que manda."