martes, 13 de septiembre de 2022

"Verano"


 "Verano", 2022. Óleo sobre lienzo.

Lo primero que me llamó la atención de este cuadro  fue la ausencia de un rostro donde poder reconocer a la protagonista de la obra. Hasta ahora, todo lo que había podido ver en sus obras anteriores tenía varios elementos en común, salvo excepciones. Retratos de mujeres jóvenes, ambientes veraniegos, colores vivos, escenas relajadas. 

Ya se podía apreciar una buena técnica con el óleo, así como una manera de combinar colores sin complejos, normalmente colores brillantes, básicos, que destacan sobre todo en la ropa de las figuras femeninas en contraste con los colores fríos de fondo.

Pero este cuadro va más allá. La protagonista sigue siendo una mujer joven, quizá incluso una adolescente, aunque, al no poder ver su cara, sólo podemos especular.

Me parece muy valiente hacer un cuadro donde la protagonista única y absoluta es una mujer cuyo rostro queda oculto por las burbujas que exhala al respirar. Está sumergida en el agua, y más que buceando, parece observar al espectador en una pose desenfadada, como implicando cierta complicidad, en una suerte de juego, donde quizá nos invita a lanzarnos al agua con ella.

Sin duda, es admirable la técnica de pintar al óleo una figura humana con todos los reflejos y distorsiones que provoca la luz bajo el agua, incluidas esas burbujas de aire. Pero no fue eso por lo que la obra me cautivó.

Creo que la falta de un rostro donde identificar a la protagonista es un acierto. Porque ese rostro lo imaginamos nosotros como espectadores. Y es ahí donde creo que hay un salto de calidad con respecto a obras anteriores de la autora, en la implicación del espectador y su obligación de participar en el cuadro. 

Hasta ahora, en sus obras , había podido ver escenas alegres, calmadas, donde el espectador tiene un mero papel contemplativo. Pero la actitud de esta nadadora anónima nos fuerza a imaginar, incluso nos lleva a recordar. Y es que todos hemos vivido esa escena en nuestras vidas. Éramos jóvenes, y nos pasábamos el verano buceando en la playa, o quizás jugando en la piscina municipal, rodeados de amigos, cuando parecía que los veranos eran eternos, que los días no avanzaban porque eran todos iguales; calor, agua, risas, sol. Amistades infinitas. Felicidad.

Teníamos la vida por delante, y también el verano, y ella era alguien especial, quizás ese primer amor platónico de verano, tan sencillo pero tan especial. Los cuerpos eran jóvenes, los bañadores de colores brillantes. Todo era fácil y divertido.

Esa chica sigue ahí, invitándonos a lanzarnos al agua con ella, y quizás por eso este cuadro es tan especial, porque debajo de la superficie de diversión, juventud y felicidad, late cierta nostalgia, escondida bajo la superficie del agua. Porque esos veranos ya pasaron, ya pasó la juventud, los cuerpos envejecieron y la felicidad se agrió de muchas maneras inesperadas.

Y lo único que podemos hacer es sonreír a esa chica desde el otro lado y recordar, con cierta melancolía, lo que esta obra ha podido atrapar, un segmento de tiempo. Quizás el mejor tiempo de toda una vida.