domingo, 11 de noviembre de 2018

"La trampa de la diversidad", de Daniel Bernabé.

Reflexiones interesantes:

"El matrimonio homosexual, la memoria histórica, el lenguaje de género o la educación para la ciudadanía empezaron a ocupar portadas de los medios y a crear polémica.
¿Estamos afirmando que los ejemplos mencionados carecen de importancia? En absoluto. Es importante que un grupo social pueda tener los mismos derechos civiles que el resto o reconocer desde las instituciones nuestra historia y la dignidad de los republicanos olvidados. Lo que decimos es que estos conflictos culturales tenían un valor simbólico en tanto que permitían a un Gobierno que hacía políticas de derechas en lo económico validar frente a sus votantes su carácter progresista al embarcarse en estas cuestiones."


"¿Está el feminismo preparado para aguantar la seducción identitaria? Lo estará en la medida en que sus integrantes opten por la acción de base frente a su reflejo espectacular, en que elijan la acción colectiva frente a la respuesta individualista, en que se relacionen con su movimiento de una forma ideológica y no mercantil, en que las opiniones de Catherine MacKinnon o Angela Davis sean más relevantes que las de los suplementos de tendencias, en que centren su atención en las Kellys y las espartanas de Fuenlabrada antes que en Ana Rosa Quintana y en Oprah Winfrey."


"Para gran parte del activismo que hoy es considerado joven, pero que mañana ocupará las cátedras, las tribunas de opinión y la dirigencia de los partidos políticos de izquierda, la lucha política consiste en una relación de esferas escindidas ocupadas por grupos oprimidos que requieren atención dependiendo de la polémica dictada por la televisión o algún suceso puntual que los sitúe como centro de las desdichas."

"Quizá sea el momento de recuperar dos palabras: acción colectiva. Lo primero que hay que empezar a pensar es cómo sacar a las luchas de la diversidad de su tendencia a la atomización, el fraccionamiento y el individualismo. El repaso a los conceptos que el activismo usa insistentemente no es una cuestión semántica, es la prueba de que las palabras reflejan siempre la ideología que las impulsa. Debemos dejar de pensar cómo hablamos para pasar a hablar como pensamos.

No necesitamos más victimización, agitación de la condición de ofendidos, ni deconstrucción de opresiones, necesitamos análisis sobre la explotación y las discriminaciones, medirlas, comprobar sus relaciones con el ámbito de lo real. No necesitamos teorización acerca de privilegios, sino entender cómo las clases sociales operan en nuestra sociedad y cuáles son las relaciones que mantienen con la diversidad realmente existente."


"La política no puede quedar confinada en un edificio, de la misma forma que no puede ser un objeto amable y consumible que el votante, cada cierto tiempo, compra en un mercado electoral. La idea de que la política está para darnos cosas, como si fuera una máquina expendedora de refrescos en la que apretamos sin mayor criterio un botón, es abyecta. La política no puede ser un espectáculo del sábado noche en el que elegimos equipo con la esperanza de que nuestro tertuliano favorito tenga una intervención brillante. La política no tiene que ser amable, ni decir a la gente lo que quiere escuchar, que no es más que lo que otros interesadamente han sentenciado como lo razonable."