lunes, 31 de marzo de 2014

Unas pobres palabras

¿Cómo escribir unas palabras que no suenen huecas y artificiosas, carentes de sentido? Creo que al escribir, las acciones definen mejor a una persona que los adjetivos. Yo podría decir: gracias por todo, te quiero. ¿Pero que habría detrás de estas palabras, sino solo palabras?

¿Cómo describirte pues con acciones? ¿Quién eres tú?

¿Eres esa chica que sonríe al descubrirme buscándola con la mirada? ¿O esa otra que acariciaba al perro aquella luminosa tarde junto al mar? ¿Quizás aquella que se emociona conmigo escuchando esa canción? ¿Qué tal esa que compartía risas y copas en un bar de París? ¿Aquella que exclama orgullosa que se ha ganado todo lo que tiene con su esfuerzo, sin regalo de nadie? ¿Una que dice que el mundo no es justo y que no vale la pena luchar, pero en el fondo nunca ha perdido la fe en poder cambiarlo? ¿Esa mujer valiente que lo dejó todo para empezar de cero lejos de su hogar, junto a mí? ¿O puede que la que ahogó lágrimas en mi pecho extrañando a los suyos, pero que nunca se rindió? ¿La que tanto ilumina mis días y enciende mis noches? ¿El espejo en el que navego?

La que contemplaba conmigo el Mediterráneo y que atravesará conmigo el Atlántico en unos pocos días para mostrarme sus raíces, la que me llevará a descubrir mares lejanos y países exóticos.

Tantos momentos, tanta vida, tan pobres palabras…

Feliz, tierna, inteligente, sensible, fuerte, valiente, espontánea, divertida, ardiente, orgullosa, justa, ilusionada, inspiradora…. Adjetivos, adjetivos y más adjetivos, palabras que se repiten una y otra vez a través de los días.

Por todos esos días juntos, por esos tres años, y por los incalculables días que nos quedan, días brillantes y noches apasionadas, he querido compartir estas palabras contigo, para hacerte ver quién eres a través de mis ojos y lo que vales y lo que te necesito, porque tú eres como yo y prefieres verbos a adjetivos, pero hoy es un día especial y me puedo permitir emplear estas palabras clásicas pero aún mágicas.

Gracias por estar a mi lado. Te amo.

Un atardecer con vistas

Juntos contemplamos el cielo anaranjado desde tu ventana. Por debajo, en la carretera, miles de personas siguen escribiendo su historia, sin siquiera reparar en ello, indeferentes los unos a los otros, ajenos a nuestras reflexiones.

Brindamos con vino por nuestra vida, porque, aunque nunca la imaginamos exactamente así, nunca fuimos desagradecidos.

Tu ya tienes un niño precioso, lleno de vida, con ojos de un azul tan profundo como los de su madre, como el azul de nuestro mar, como el azul de nuestros cielos de verano. Yo vivo lejos de nuestra infancia, quizá por eso vuelvo a ella cuando vuelvo a nuestras calles, cuando te veo de nuevo. Para mi siempre fuiste un hermano.

Yo pagaré este vino, porque este atardecer con vistas es impagable. Brindemos pues, hermano, por nuestra historia, por el pasado y por el futuro.

Mientras la noche cae, por debajo de tu ventana, en la carretera, miles de personas siguen escribiendo su historia.