miércoles, 24 de julio de 2024

El descontento, de Beatriz Serrano

 La personalidad de tiburón, de triunfadora, el tipo de personalidad de las mujeres que han convertido el trabajo en una especie de virtud sagrada como antaño fuese la maternidad y cuelgan fotos en la oficina con el hashtag #GirlBoss. Me convertiré en eso que el capitalismo entiende por feminismo durante las próximas ocho horas. Ese monstruito de mujer total que puede con todo. Las de las rutinas de cinco a nueve y luego de nueve a cinco. Una especie de cíborg con todas las cualidades y características positivas que se relacionan con las mujeres pero sin todo lo malo que también se nos atribuye. La idea femenina de líder que gusta en las escuelas de negocio: las discípulas de Sheryl Sandberg que buscan romper el techo de cristal con sus tacones de aguja y dejarle los cristales rotos por el suelo a la señora de la limpieza sudamericana. El feminismo de la élite, cuya idea de igualdad es tener una plaza de aparcamiento en la zona destinada a los cochazos de la junta directiva. El feminismo de camisetas y termos de café con mensajes empoderantes.