La personalidad de tiburón, de triunfadora, el tipo de personalidad de las mujeres que han convertido el trabajo en una especie de virtud sagrada como antaño fuese la maternidad y cuelgan fotos en la oficina con el hashtag #GirlBoss. Me convertiré en eso que el capitalismo entiende por feminismo durante las próximas ocho horas. Ese monstruito de mujer total que puede con todo. Las de las rutinas de cinco a nueve y luego de nueve a cinco. Una especie de cíborg con todas las cualidades y características positivas que se relacionan con las mujeres pero sin todo lo malo que también se nos atribuye. La idea femenina de líder que gusta en las escuelas de negocio: las discípulas de Sheryl Sandberg que buscan romper el techo de cristal con sus tacones de aguja y dejarle los cristales rotos por el suelo a la señora de la limpieza sudamericana. El feminismo de la élite, cuya idea de igualdad es tener una plaza de aparcamiento en la zona destinada a los cochazos de la junta directiva. El feminismo de camisetas y termos de café con mensajes empoderantes.